lunes, 18 de enero de 2010



Alejandro D, filósofo del siglo pasado, afirmo que todo lo que hacemos en la vida, lo hacemos para seducir. Seducir a alguien, es lograr que desee lo que uno quiere que desee. Seducir es incentivar, estimular, provocar el deseo en el otro.
Muchos esperan en silencio detectar una señal en el ser amado, esperan ser deseados. A otros, lo que los seduce, es sentirse deseados. A otros, nos seduce lo opuesto, sentirse no deseados. A otros, los seduce lo prohibido, lo imposible, lo que no pueden tener. ¿Existe una sola manera de seducir? ¿Es posible seducir a alguien que no nos desea? ¿Alcanza con la seducción para el amor?. si se desea lo que no se tiene, cuando se tiene, ¿se sigue deseando? ¿Tendrán algún efecto las “técnicas de seducción”?...
“Todo un tema el de la seducción… ¿nunca te paso que no sabes como hacer para que la otra persona se de cuenta de lo que te pasa sin echar a perder esa relación?”…
Para seducir hay que tener la paciencia del pescador; saber esperar el momento exacto. Yo creo, que tal vez la mejor técnica sea no tener técnicas… pero guiándonos a través de la intuición seguramente sea mas fácil que a través de la razón. Tanto especular, le juega en contra a la seducción. La intuición, en cambio, nos abre nuevas puertas, nos da nuevas llaves.
Uno pretende que sueñen con nosotros, queremos ser el único en la vida del otro, pero solo se puede aspirar a ser el elegido.
Seducir tiene sus vueltas; a veces, el amor muere cuando damos nuestro amor por sentado, y renace cuando sienten que pueden perderlo. Nos preocupa mucho que no haya terceros dando vueltas, pero a veces, esos terceros, ayudan a la seducción, la encienden.
El mayor riesgo de un seductor, es caer seducido; ahí se vuelve torpe, predecible. El riesgo de un seducido, es su inseguridad, que puede llevarlo a cometer ciertas torpezas…
Uno no sabe por que ama, ni por que es amado. Seducir tal vez sea simplemente ayudar un poquito a esa magia que ocurre, sin que sepamos bien como ocurre, ni porque.
Desde que nacemos aprendemos a ver y entender las cosas de una sola manera. Galileo Galilei afirmó que la tierra giraba alrededor del sol, y no al revés. Todo el mundo lo humilló. ¿Cómo podía afirmar semejante desatino? Si todos veían, claramente, que el sol era el que se movía y no la tierra. Muchos acusaron de loco a Colón cuando supuso que la tierra era redonda. Si todos veían claramente que la tierra era plana. En su época, le gente disfrutaba de los libros de Julio Verne, aunque para todos era un autor fantasioso. ¿A quién se le podía ocurrir, en aquel momento, que una nave podía viajar debajo del agua, o que se podía viajar a la luna? Pero cuando nos animamos a pensar diferente, aparecen soluciones diferentes. A veces, para llegar a algún lugar, hay que dar rodeos, ir y venir. En general, solo confiamos en nuestros ojos, cuando tenemos más sentidos. A veces no es viendo, sino tocando, oliendo, escuchando o degustando que se resuelve algo. Entendemos las palabras de una sola manera. Una eminencia es un hombre para todos. ¿Por qué una eminencia no puede ser una mujer? Dejar de lado la única manera que tenemos de ver el mundo...
Bueno, de eso se trata el pensamiento lateral. Nada tiene una única solución. No todo es lo que vemos con los ojos. Por algo tenemos otros cuatro sentidos más. Simplemente tenemos que animarnos a usarlos, y aprender a ver. A ver con los otros sentidos. No todo es lo que vemos con los ojos, siempre hay más. Mucho más. Simplemente, hay que aprender a ver.
Los grandes momentos de la vida están llenos de preguntas.
Los grandes encuentros de la vida están llenos de interrogantes.
Cuando llega el gran momento uno cree haber contestado todas las preguntas. Cree estar listo.
Ya en ese momento uno cree tener las respuestas y acciona. Pero siempre surgen nuevos interrogantes.

Qué, cómo, cuándo, dónde y por qué. Eso es lo que siempre nos preguntaremos.
¿Importa dónde estamos? ¿Hay que tener una razón para hacer todo lo que hacemos? Vivimos deteniéndonos con preguntas. ¿A dónde vamos? ¿Cuál es el camino? ¿Qué sentido tiene todo? Nos llenamos de preguntas. ¿Y si no llego? ¿Y si no te encuentro? ¿Y si te pierdo?
¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? Todas las preguntas tienen la misma respuesta. ¿Qué es esto? Un viaje. ¿Cómo llegué acá? Viajando. ¿Cuándo? Durante el viaje. ¿Dónde estoy? En el viaje. ¿Por qué? Por el viaje. De regreso a casa, a la luna, al centro de la tierra o al interior de uno mismo.
Todo es un gran viaje, en el que sabemos de dónde partimos, pero no a dónde llegaremos. Y eso, es lo más divertido del viaje.

Amores clandestinos, secretos, amores reprimidos, prohibidos, amores furtivos, pasionales, amores tormentosos.
Un amor clandestino es un escape constante, es incomodidad, adrenalina, tensión. Es ojos que no ven pero corazón que presiente, es un momento privado, inconfesable.
¿Quién no tuvo un amor secreto, clandestino?¿A quién no lo enciende un amor pirata?
Mi amor es un amor pirata, así como un parasito que se alimenta de chocolates y de llanto y de soledad pero sin besos ni palabras ni nada.

Cuando amamos, el corazón del otro es un tesoro, y cual piratas queremos arrebatar ese tesoro sin importar si tiene dueño o no.
Nos atrae el amor clandestino, secreto, porque el amor cómplice se hace más fuerte, más nuestro y solo nuestro. La complicidad es un guiño, una aventura, y al amor le encanta la aventura.
En el secreto cómplice hay libertad, porque escapamos de la mirada de los demás y nos permitimos ser libres, rebeldes, aventureros como los piratas. El amor secreto es mágico, cuando deja de ser secreto se vuelve real, y el amor real es un poco más complicado.
El amor pirata no conoce el miedo, aborda, conquista, arrebata y roba. Y a veces paga las consecuencias.
Un amor pirata es un amor que no puede ser y es por eso que nos atrae tanto
.